OPINIÓN| Trump y la política del espectáculo
- Alex Hernández
- 15 jul 2024
- 3 Min. de lectura
Donald Trump no solo conoce el espectáculo, sino que es escritor, productor, director y hasta protagonista del negocio.

El sábado 13 de julio del 2024 pasará a la historia como el día que intentaron asesinar a Donald Trump, un evento que marcó la vida del hoy candidato oficial presidencial por el partido republicano y muy probablemente del rumbo político de Estados Unidos. Sin embargo, y a pesar de lo que representa el intento de magnicidio, el evento no podría ser el mismo sin el instinto de showman del ex presidente.
La politainment o política del entretenimiento cuenta con lo mismo que una buena película hollywoodense: narrativa, protagonistas, clímax, personajes y hasta un guion. Y como en todo buen blockbuster, cada quien hace sus conjeturas del final antes de que la función termine: “Todo fue planeado” o “Trump ya ganó la presidencia”.
Donald Trump no solo conoce el espectáculo, sino que es escritor, productor, director y hasta protagonista del negocio. Basta con recordar sus frecuentes apariciones en la WWE (lucha libre estadounidense), las icónicas fotografías saliendo de la legendaria discoteca neoyorquina Studio 54 o sus famosos cameos como el de Mi Pobre Angelito junto a Macaulay Culkin.
Para nada es casualidad que en las imágenes del hecho se vea a un Donald Trump enardecido y beligerante, en lugar de un hombre asustado por los milímetros que pudieron arrebatarle la vida en ese mismo mitin. Pero, aunque existan muchos que lo enfoquen como la señal “evidente” de un autoatentado, queda claro que esas fotografías corresponden mucho más al perfil de un sujeto que no solo conoce el show business, sino que es su estilo de vida. Ante un frenético “fight, fight, fight”, solo faltaba una partitura de Hans Zimmer para convertir la escena en una épica película bélica.
Donald Trump no solo conoce el espectáculo, sino que es escritor, productor, director y hasta protagonista del negocio. Basta con recordar sus frecuentes apariciones en la WWE (lucha libre estadounidense), las icónicas fotografías saliendo de la legendaria discoteca neoyorquina Studio 54 o sus famosos cameos como el de Mi Pobre Angelito junto a Macaulay Culkin.
Entonces ¿Es todo esto una mera puesta en escena? La cada vez más disoluta frontera entre la información y el entretenimiento, crea nuevas formas de consumo de lo político para el electorado, haciendo que la política del espectáculo prepondere con infodemia y bastas teorías de conspiración. El recuerdo de aquella consigna de ese lejano 2016 por parte de Trump: “Fake News”, hoy le juega en contra, con una sector de la ciudadanía que duda de la autenticidad de lo acontecido y, sabiendo de lo capaz que puede ser el candidato republicano, engrandece la teoría de un autoatentado.
Sin embargo, personas como Donald Trump, un “animal del espectáculo”, no necesitan de escenarios perfectos y ambientes controlados, él sabe sacar provecho del panorama que se le presenta, desenvainar el puño para erguirlo, con el servicio secreto arrastrándolo para salvaguardar su vida y con la sangre en una oreja que da muestra de una lucha en la que hoy salió victorioso.
Donald Trump no necesita de un montaje, Donald Trump sabe dar espectáculo con lo que tiene, y en una política del espectáculo en donde su bando antagonista tiene como arma más fuerte el bello rostro de George Clooney, él se alza como un John McClane en la batalla final, a sabiendas que el público quiere una buena película de acción y no una comedia romántica o un drama para personas de edad avanzada.
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