OPINIÓN | Para la Egoteca
- Alex Hernández
- 14 mar
- 3 Min. de lectura
Columna: La República del Poder
El abrazo a la señora mayor, el beso al niño o la foto con la personalidad, han capturado la atención de todo aquel ser que se desarrolla en el ámbito político, incluso muchos mandarios han sobrepuesto la imagen pública sobre la gobernabilidad.

Como socio de una consultora en comunicación política, puedo decirle que existe un puesto que las y los clientes priorizan, muchas veces antes que al mismo consultor: el fotógrafo.
Sé que he llegado tarde a la opinocracia de la famosa foto de la cúpula morenista que hizo que ignoraran a la Presidenta Claudia Sheinbaum en un mitin en el zócalo capitalino, sin embargo, más allá del análisis partidista y el intentar deshebrar el acontecimiento per se, es importante ahondar en un tema del que mucho se sabe, pero poco se somete a un escrutinio concienzudo.
La fotografía política se ha convertido en una profesión indispensable en el medio, la necesidad de captar cada uno de los movimientos de la clase política, para después postearlo en sus redes sociales, ha hecho que entre las y los fotógrafos existan distinciones, rangos de honorarios y hasta popularidad.
Soazig de la Moissonière ha sido la encargada de sacar el lado más humano de Macron, con acceso privilegiado al Palacio del Elíseo, Soazig es la fotógrafa personal del mandatario, multireconocida en Francia y que funge como una pieza fundamental en la estética que Macron ha querido dar desde el inicio de su administración: joven, humano y sensible.

Con una diferencia de poco más de 30 años de edad de Soazig, Pete Souza es otro de esos casos en donde un fotógrafo puede romper las barreras del celo partidista. Fotógrafo oficial de Ronald Reagan en su segundo mandato, paso a las filas demócratas para capturar gran parte de la gestión de Barack Obama como Senador y Presidente. Souza demuestra que si el lente no distingue de colores, tampoco lo debería hacer aquella persona que tira desde la cámara.
Así como Soazig y Souza, muchos fotógrafos se han convertido en personal de toda la confianza de políticos y funcionarios, sombras sigilosas que esperan el abrazo, la sonrisa y la mueca correcta para denotar un poco de lo que se quiere comunicar del personaje. Sin embargo, y a pesar de lo mucho que podría representar la fotografía para este mundo digital, en donde los dispositivos móviles se han convertido en el principal dealer de política para la ciudadanía (con todo lo positivo y negativo que eso conlleva); la vanalización de la imagen ha hecho que las y los personajes públicos se enfoquen más en la foto perfecta, que en la correcta ejecución de sus acciones.
No es para nada una coincidencia que, tras la icónica foto de Donald Trump alzando el puño, segundos después de sufrir un atentado, haya fungido como parteaguas para su regreso triunfal en la última campaña electoral.

El abrazo a la señora mayor, el beso al niño o la foto con la personalidad, han capturado la atención de todo aquel ser que se desarrolla en el ámbito político, incluso muchos mandarios han sobrepuesto la imagen pública sobre la gobernabilidad.
La imagen representa mucho, una fotografía puede ayudar a sensibilizar y empatizar, pero de igual forma engaña y produce una desbordada atención al ego, atención que en ocasiones es deducida de la gobernabilidad y la estrategia, dos elementos mucho más prioritarios a la hora del recuento de los daños.
Se calcula que actualmente se producen más de 55 mil imágenes por segundo, de las cuales podemos captar cerca de 80 mil durante todo un día, sin embargo, la capacidad cerebral de nuestras experiencias visuales tienen un límite de retención de unos 15 segundos aproximadamente, lo cual hace dificil la recordación de una foto en particular. Si bien es cierto que la consecución de imágenes puede ayudar a moldear la percepción, es mucho más duradera la sensación de seguridad, salud y desarrollo, los cuales solo puede ser modificados a través del trabajo y los resultados.
Así que la próxima vez que esté posando para la foto mi querido político, voltee la mirada, puede ser que atrás esté pasando algo más interesante, de lo contrario sonría, porque esa foto irá directo para la egoteca.
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