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OPINIÓN | ¿Nos importa quién es el padre?

  • Foto del escritor: Ivette Del Río
    Ivette Del Río
  • 31 ene
  • 3 Min. de lectura
Columna: Casi todo es otra cosa

Titulares como ¿Quién es el padre de la hija de Luisa María Alcalde? o “Cuna de Grillos” confirma que Zoe Robledo es el padre de Leonora, la hija de Luisa María Alcalde; han dejado ver que la prensa rosa no es exclusiva de grandes familias, sino que vergonzosamente se ha trasladado al ámbito político.



Hace unos meses, la Dirigente Nacional de MORENA, Luisa María Alcalde dejó ver en un acto proselitista una “pancita de embarazo”, los titulares de distintos medios comenzaron a especular sobre el origen de su condición; Alcalde, dió a luz a su primera hija la semana pasada, y nuevamente un acto de su vida privada ha quedado expuesto por la prensa, la tv y redes sociales.


Titulares como ¿Quién es el padre de la hija de Luisa María Alcalde? o “Cuna de Grillos” confirma que Zoe Robledo es el padre de Leonora, la hija de Luisa María Alcalde; han dejado ver que la prensa rosa no es exclusiva de grandes familias, sino que vergonzosamente se ha trasladado al ámbito político.


¿Cuál es la relevancia de conocer al padre de Leonora, cuando su madre ejerce un puesto de poder tan importante? ¿Es necesario involucrarnos en la toma de decisiones de su vida privada para conocer su actuar político, o es simplemente una deslegitimación de la vida personal de las mujeres en puestos de poder?

Y cito: “Aunque este es un asunto relacionado con la vida privada de las figuras involucradas no está confirmado, no deja de llamar la atención, especialmente en un contexto donde los actores públicos se han comprometido a mantener una imagen de ética, transparencia y coherencia con los principios de la Cuarta Transformación (4T), que busca una renovación de la política mexicana”


No es la primera vez que se confunde la crítica a la toma de decisiones efectivas de quien ostenta el poder, con el señalamiento sobre sus decisiones estrictamente personales, pues históricamente el uso de la vida privada de las mujeres en la política ha sido una  estrategia para restar valor a su poder.


La difícil separación entre lo público y lo privado se ha utilizado como un arma de exclusión, ambas esferas han sido asociadas para desvalorizar la capacidad de mujeres en estos puestos. Aquellas que ingresan en el ámbito político enfrentan la constante invasión de su vida privada como un intento de relegarlas nuevamente a esa esfera, reforzando la idea de que su papel “natural” no es el liderazgo, sino el hogar y la familia.


La sexualización de las mujeres políticas (como ocurrió con figuras como Hillary Clinton o Cristina Fernández de Kirchner, por mencionar algunas) es una estrategia para desviar la atención de sus capacidades y logros, y se traduce en una atención desproporcionada a su vida personal, relaciones, o apariencia física, algo que rara vez ocurre con los hombres en el poder.


Pero también la maternidad se utiliza como un arma política, que no siempre está a favor de quienes crían, pues cuando las mujeres se convierten en madres son juzgadas por “descuidar” a sus hijos mientras ocupan cargos de poder, mientras que los hombres en la misma situación no enfrentan el mismo escrutinio.


En la política, el uso de la vida privada ha servido para construir narrativas de escándalo, inestabilidad o inmoralidad, y es mayormente utilizada en mujeres  como Luisa María Alcalde, donde su juventud, su condición de género y ahora su vida privada parecieran demostrar su incapacidad política; sobre todo cuando en 2025, México cuenta con una Mujer Presidenta, y cada vez hay más de ellas involucradas en las decisiones del país; las mujeres siguen siendo vigiladas bajo una moralidad patriarcal que castiga cualquier comportamiento que escape de los roles tradicionales.


En resumen, no debería ser parte de nuestra conversación la descendencia de la dirigente, si no abrir a debate como el uso de la vida privada de las mujeres sigue sirviendoles para restarles poder en la política para la subordinación de género y la exclusión del liderazgo femenino.


Pero como casi todo es otra cosa, seguramente estaremos viendo en la prensa rosa y titulares de “alto valor periodístico” los primeros pasos de Leonora y la ausencia de su madre en momentos trascendentales de su partido.

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