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OPINIÓN| Las carencias del Movimiento Naranja

  • Foto del escritor: Alex Hernández
    Alex Hernández
  • 26 oct 2024
  • 3 Min. de lectura

El movimiento naranja ha basado sus esfuerzos en el markenting y la comunicación digital, centrando su atención en las plataformas digitales y en figuras “populares” que hasta hoy le han hecho ganar un par de gubernaturas, escaños en los congresos y contados municipios a lo largo del país. Suficiente para algunos, innecesario para la trascendencia que busca todo partido político.


Escuela de cuadros, instituto de formación política, programa de formación; cualquiera de estos conceptos acuñados a lo largo de la historia política de nuestro país, son parte de una mera concepción: el viejo y confiable sentido de identidad partidaria.


El priísmo lo llevó consigo durante décadas, mediante los frentes juveniles, se creó una etapa de cuadros que mantendrían la hegemonía política a nivel nacional durante un larguísimo periodo, teniendo su fin solo por la propia traición a sus principios que los hicieron “grande”. Hasta hoy en día quedan resquicios de priístas en comunidades que con todo el dolor de su corazón dicen: “yo voy con el tricolor”.


Morena lo ha entendido bien. A través de la figura de un caudillo, se apropió de una identidad partidaria, con slogan, narrativa, antagonistas y discurso. Su escuela de formación de cuadros hizo que nuevas generaciones nacieran a partir de una nueva concepción política, en un principio llamado morenismo, hoy en día denominado obradorismo, debido a los estándares rebasados de su máximo prócer. Incluso los “bastardos ideológicos”, gestados en otras cunas, actualmente buscan verse identificados como obradoristas, debido a la popularidad que representa.


Entonces la historia dicta que la trascendencia de cualquier partido político depende del trabajo que se hace con sus cuadros, que muchos llegan deslumbrados por el poderío del instante, pero que se quedan cuando encuentran identidad y pertenencia.


Movimiento Ciudadano ha tomado forma a partir de un ambiente polarizado, en donde pareciera que está separado de los dos puntos radicalmente opuestos, intentando entrarle al electorado joven, buscando aplanar su terreno con la búsqueda de aquella ciudadanía que no están tan entrados en la política, pero les despierta la curiosidad cada que se acercan los procesos electorales. El movimiento naranja ha basado sus esfuerzos en el markenting y la comunicación digital, centrando su atención en las plataformas digitales y en figuras “populares” que hasta hoy le han hecho ganar un par de gubernaturas, escaños en los congresos y contados municipios a lo largo del país. Suficiente para algunos, innecesario para la trascendencia que busca todo partido político.


A más de cuatro meses de haber acabado la última elección, lo que se ha hablado del partido naranja es poco y nada, contando los jaloneos post electorales, las polémicas de la familia regia más famosa del partido, una que otra declaración de Colosio Riojas y la lamentable noticia de la enfermedad de su dirigente, Movimiento Ciudadano parece haber desaparecido de la escena pública, no solo por la incapacidad de posicionar su agenda, sino porque el hype de sus partidarios y simpatizantes ha pasado, tal como sucede con cualquier viaje recreativo de euforia y éxtasis causado por estupefacientes.


Hoy, mientras Morena se propone buscar los 10 millones de afiliados con 2.5 millones en su haber, movimiento naranja parece poner en un segundo plano el crecimiento de sus afiliaciones que solo se contabilizan en 384 mil (cifra del INE hasta el año pasado), convirtiéndose en el segundo partido con el menor número a nivel nacional.


Lo que pareciera que olvida Movimiento Ciudadano, a pesar de estar presidido por una figura de la vieja guardia, es que las bases cimentadas en una estrategia líquida, solo traerán consigo resultados líquidos que se escurren entre los dedos. Hasta el momento el partido no tiene cuadros con identidad naranja y solo ha alimentado a personajes que en más de una ocasión han demostrado que lo que menos les interesa es el partido. No cuentan con un proyecto de escuela de cuadros, que es una estrategia exitosa comprobada, pero tampoco se cuenta con la planificación de un proyecto territorial que pueda diseminar la agenda partidaria a ras de piso. La reagrupación de las coordinaciones locales con los simpatizantes y ex candidatos ha sido nula, y el cierre de filas tras una elección poco exitosa se ha alargado demasiado -si es que se tiene en mente-, un caldo de fracasos y desazón que solo vislumbra el deterioro de una marca, porque sí, hasta hoy Movimiento Ciudadano se ha comportado más como una marca que como un partido político.


Y todo esto es importante porque ante la coyuntura de un partido hegemónico y una oposición que dejó de tener argumentos hace ya un tiempo, MC parecía ser un elemento interesante, novedoso y hasta cautivante en la escena política actual, sin embargo, interesante, novedoso y cautivante también fue el spinner, y hoy lo tengo en una caja de cosas viejas y sin relevancia que estoy a punto de desechar.

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